Sara Pérez Outeda, creadora del cortometraje ‘O mar non esquece’

‘O mar non esquece’, el cortometraje que evidencia el talento creativo de la vilaboense Sara Pérez Outeda

16 mayo 2025

El trabajo, premiado en el certamen ‘Ben Veñas, Maio!’ recurre al entorno de las Salinas para remover conciencias con el tema de la represión


A Sara Pérez Outeda, una joven de 16 años y vecina de Paredes, este curso escolar le tenía escondida una sorpresa inesperada: el primer premio del certamen de Normalización Lingüística ‘Ben Veñas, Maio!’ en la categoría de cortometrajes organizado por el Concello de Pontevedra para su trabajo ‘O mar non esquece’.

Inspirándose en esos primeros años de la posguerra, que so conoce a través de sus asignaturas escolares y tal vez en alguna charla sobre Memoria Histórica Sara Pérez Outeda consiguió dar vida a un relato que trasciende generaciones.

Cursa 1º de Bachillerato en el IES Torrente Ballester y fue su profesora de Lengua Galega quien le dio el primer empujón para que se había decidido a crear sembrando quizás sin saberlo el xermo de una pasión que hoy ya crecimiento con fuerza en el corazón de la joven creadora. Su obra, de cinco minutos de duración, destila autenticidad en cada fotograma; un trabajo que ella misma guionizó produjo y grabó, contando con la complicidad de su amiga Alma Gallego y el apoyo de una familiar en el papel de abuela.

Sara Pérez Outeda, creadora del cortametraje ‘O mar non esquece’

“Quería contar una historia auténtica, que hablara de nosotros, de Galicia” confiesa Sara orgullosa del reconocimiento conseguido. Su cortometraje narra el descubrimiento por parte de una chica de un secreto familiar silenciado durante décadas: la desaparición de su tía abuela a manos de la represión franquista por dedicarse a la medicina alternativa, una práctica que en aquellos tiempos oscuros podía ser motivo de persecución.

Con mucha delicadeza, Sara construye un viaje emocional donde la protagonista, rebuscando entre los recuerdos de la abuela, encuentra pistas que la conducen hasta la casa familiar, que la emergente cineasta sitúa simbólicamente en las ruinas industriales de la Granxa das Salinas. Un escenario desolador pero lleno de fuerza, donde los muros derribados hablan de vidas interrumpidas y sueños quebrados.

“Escogí este entorno por cercanía y también porque las ruinas representan como la memoria puede deteriorarse pero nunca desaparecer por completo», explica Sara. “Siempre quedan huellas, trozos que podemos rescatar”.

Lamenta no haber contado con mejores equipos para hacer algo más profesional y agradece que su amigo Alma le cediera su cámara y hasta el portatil para poder editar. Sin embargo, quizás sea precisamente esa realidad, esa honestidad visual, la que consiguió conectar con el jurado y con los espectadores.

Entre agradecimientos, Sara destaca el apoyo incondicional de sus padres y de su entorno familiar, bases fundamentales en su camino creativo. El premio no solo supone un reconocimiento a su talento, sino también un punto de inflexión en su trayectoria vital.

Con determinación, Sara confiesa sentirse “con fuerzas y ganas” para orientar su futuro hacia el mundo de la comunicación audiovisual. “Quiero contar historias que remuevan y emocionen” porque esta prometedora creadora, ya sabe que las historias más íntimas son, a veces, las más universales.

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